La ética, epicentro de la vida africana

La ética, epicentro de la vida africana Quiero agradecer a la fundación Sur, principalmente a la persona del P. Odilo, que me invitó a participar en estas jornadas. Como bien dice el proverbio sena: “Si Soliri (una especie de pato) canta, es que está dentro del agua”. Es decir, sólo se puede hablar de los mitos, cuentos, fábulas africanas, si los has vivido desde dentro, has disfrutado y también si los has entendido. De lo contrario, es una pura retórica que a menudo hace daño a ti, a los propios africanos y a la gente que te escucha. Compartir con ustedes sobre los cuentos, fábulas, mitos es entrar en el epicentro o en el pulmón de la ética africana y de la vida africana. Nadie puede huir de esta realidad incluso en los momentos de grandes crisis como la que está padeciendo actualmente el continente africano. Cuando hoy se habla de los mitos en las sociedades africanas, hay una tendencia a ignorar, a marginar, e incluso a leer esta ética con nuestra mentalidad de homo Technologicum. Muchos hablan de ellos como si fuera una tradición del pasado, que hoy ya no se vive. No es verdad. Lo cierto es que todo aquel que quiere huir de esta realidad se separa de sus propios raíces y de la relación con los antepasados. Por eso, el gran problema que tenemos con las nuevas generaciones de las grandes ciudades es que se trata de gentes que deambulan sin raíces y sin identidad, donde el sincretismo yla falta de una ética es la regla de vida. Es decir, existen porque respiran pero no viven la vida; por consiguiente, expuestos a la manipulación a todos los niveles. Una vida se vive de acuerdo con una ética que se transmite en la participación del grupo, en la solidaridad vertical y horizontal, de una manera ontológica y religiosa. No es posible entender el sentimiento moral africano sin comprender que el bien ontológico es igual al bien ético. Entonces, una costumbre será calificada ontológicamente como buena en primer lugar, después será juzgada como moralmente buena y al final se considerará jurídicamente justa. En la ética vitalista, la antítesis no consiste en ser y no ser, sino más bien entre la vida y la muerte. La clave está en lo que nos ayuda a vivir y lo que nos conduce a la muerte. Este binomio es importante para conocer las crisis actuales de las sociedades africanas. Todo aquello que favorece la fecundidad de la vida, nacimiento y su desarrollo pertenece a la categoría de un bien, mientras lo que atenta contra la vida es un mal. Por eso, abstenerse de algunos productos o comportamientos que atentan contra la moral, la armonía del clan, la tribu, el grupo ético y hasta la sociedad, significa prolongar la vida. Llegado a este punto, hay que ejemplificar con un cuento para que lo entendamos. Nos puede parecer sencillo pero tiene su moraleja intrínseca: Lo contaré en castellano, pero el canto lo haré en chisena para no quitarle la gracia. Después lo voy a traducir. El cuento es: Tembo, su prima y un pajáro. Hemos escuchado cómo Tembo coge a su prima para un viaje, pero entonces, pensando que nadie los conoce como primos, rompe con la costumbre ética y por esta razón muere a causa de su comportamiento. Como este cuento, hay tantos otros que nos enseñan a saber vivir la vida y a respetarla. Para el hombre africano, la ética es una sabiduría activa que debe acompañarle en todo lugar. La unidad, el orden de mundo no está sólo en su poblado de origen, sino en todas partes. Por eso, a la ahora de tomar grandes decisiones, siempre regresa al origen para consultar si va de acuerdo con los valores máximos. Este reconocer es fortalecer su vida individual y también la de los demás. El bien y el mal son predicados desde su existencia como parte del vivir. El incumplimiento de algunas tradiciones crea trauma por toda la vida. Podemos concluir diciendo que hasta hoy las fábulas, cuentos y mitos forman parte del hombre africano.

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