Deuda Externa y Inmigración

©Constantino Bogaio, periodista Me gustaría iniciar mi exposición con una imagen. Cuando se contempla a la Paloma no sólo se la ve como a un pájaro, sino como al símbolo de la paz. La Paloma, con un ramo en su pico, transmite serenidad, tranquilidad y te hace caer o creer en un estado pacífico. Pero se olvida que esta ave tiene también un aspecto menos positivo, nefasto incluso, el de sus excrementos. Sus excreciones ensucian y corroen todo a su paso. Pueden llegar a condicionar la integridad y la salubridad de cualquier lugar, Lo que exige una limpieza diaria o algo más drástico aún. Porque en ocasiones, cuando el número de estas aves alcanza un límite crítico, se puede la convivencia saludable con la población hacer imposible. Tan beatífico animal se convierte en una auténtica plaga para el hombre. Así ocurre con las ayudas Oficial al Desarrollo, las instituciones financieras internacionales como, Banco Mundial, FMI, club de Paris y de Londres, Bancos regionales de desarrollo y otros que dan dinero al continente africano Son organismos que entrarán como palomas en África, pero no se dan cuentan, o no quieren dar cuenta, del excremento que dejan a su paso por estos países. Para limpiar su propia imágenes hasta dedican una parte de sus presupuestos, de su tiempo a la solidaridad y a las promesas farsas a través de terceros. Pero ¿todo ese dinero realmente favorece el desarrollo de los países africanos? 1. La ayuda oficial y las trampas
La ayuda Oficial destinada a la cooperación, desarrollo y a la solidaridad no es una noción nueva y tampoco es de anteayer. Robert McNamara decía ya en su discurso el 30 de septiembre de 1968 a los gobernadores de Banco Mundial que: “De la parte de los fondos aportados para la ayuda Oficial al Desarrollo, conocido por las siglas AOD, queda muy poca en los países en desarrollo. Prácticamente todo el dinero otorgado vuelve rápidamente a los países ricos bajo la forma de productos que les son comprados”. Por eso, cuando en la actualidad se retoma este discurso como eficaz y eficiente es un puro desconocimiento de la historia, es querer hacer la vista gorda sobre una situación ya existente, es cortina de humo a los países africanos. La cooperación, el desarrollo como se conocida en la actualidad, no ha ayudado y no ayudará al continente negro a salir de la situación en que se encuentra. Sino, veamos cómo los países africanos, para recibir AOD de la triplete del FMI, BM y países occidentales, deben cumplir a rajatabla las condiciones dictadas. La privatización, la reducción de medidas aduaneras de protección, la supresión del control sobre el movimiento del capital, la reducción del déficit público, el recorte de empleos en algunas industrias claves, son ejemplos de estas condiciones draconianas e injustas impuestas en demasiadas ocasiones. Recientemente se añadieron dos más: el buen gobierno y la lucha contra la pobreza. Por eso, está de moda hoy en la mayoría de las conferencias hablar de estos temas. Cuando hablo que toda la ayuda bilateral está condicionada, significa que el dinero prestado o donado debe ser empleado para comprar productos o servicios del país donador. Es decir, tanto la ayuda bilateral como la multilateral buscan favorecer a sus propias empresas exportadoras establecidas en esos territorios o en países en desarrollo. De hecho, esa ayuda de los países industrializados va destinada a sus propios exportadores en detrimento de la industria de consumo nacional, para garantizar los contratos entre empresas del Norte y los países del Sur que resultan de las AOD bilaterales. Ducroire en Bélgica, COFACE en Francia, privatizada en 1994, Eximbank en Estados Unidos, Hermés en Alemania, ECGD en Gran Bretaña o Compañía Española de Crédito a la Exportación, conocido por sigla CESCE son instituciones públicas o privadas que actúa por cuenta del Estado. También hay otra trampa en la AOD, ya que los gobiernos del Norte crearon agencias de crédito a la exportación, públicas o privadas, para favorecer las exportaciones de sus empresas, pero que actúan por cuenta del Estado, garantizando a los exportadores el pago de sus facturas en caso de impago por los importadores de la periferia. Muchas ONGs han entrado también en esta trampa al defender que el Estado les proclame como sus agencias y así obtener más subvenciones de sus Gobiernos. Según el Banco Mundial, las donaciones que las ONGs destinan a las poblaciones de los países beneficiarios de la AOD representaron más de 7 mil millones de dólares en 2001. Una parte de este dinero proviene de los Estados miembros del CAD vía subvenciones que las ONGs reciben, otra de colectas públicas o de recogida en fundaciones privadas. Hay que decir que la misma Gran Bretaña desde que se realizó la cumbre de Gleneagles, en Escocia, en 2005, en la que prometió duplicar sus ayudas al continente africano, ha ganado mucho más dinero que ha desembolsado en un año. Según un informe de la organización no gubernamental Christian Aid: “En el último año, si el flujo financiero desde Gran Bretaña ha sido de cerca de 24,5 miles de millones de euros en donaciones, transferencias directas de dinero, el flujo en sentido inverso en reembolsos de deuda, proveniente de compañías británicas, exportaciones de bienes británicos, fuga de capitales ha sido cerca de 39 miles de millones de euros”. Claire Relamed, analista económica de esta ONG británica, afirmó categóricamente que “Estas cifras muestran que aunque África ha estado en la prioridad de la agenda en un año, la verdad subyacente dice que nosotros, los países ricos, explotamos ampliamente los recursos de África subsahariana mucho más de lo que invertimos”. Mucha gente y muchos gobiernos occidentales piensan que, desde el momento en que son los mayores donantes entre las naciones ricas, contribuyen a la lucha real contra la pobreza. Esto es una farsa. Para que las ayudas y las condonaciones de la deuda sean eficaces hay que poner fin a la fuga de recursos desde el continente africano hacía los países ricos, como Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos y otros países de Occidente. Como afirma el economista keniano James Shikwati, de una manera un poco exagerada: “Si realmente quieren combatir la pobreza, deberían paralizar completamente la ayuda al Tercer Mundo o al África y darle una oportunidad para que consiga su propia supervivencia. Actualmente África es como un bebé que cuando algo va mal, inmediatamente llora para que acuda la niñera. África debería sustentarse sobre sus propios pies... Las enormes burocracias que existen en el continente negro son financiadas a través del dinero de las ayudas para el desarrollo, con lo que se promueve la corrupción, el auto complacencia... Además, la ayuda al desarrollo debilita todos los mercados locales y socava el espíritu empresarial que tan desesperadamente necesitamos”. En la misma línea pero con más moderación, el economista Jagdish Bhagwati afirmó que: “Está estadísticamente probado que cuando se da ayuda financiera a los países que la reciben es más probable que disminuya y no que aumente su capacidad de ahorro. La ayuda que entra de golpe y en gran cantidad tiene el mismo efecto contraproducente que el dinero que entra en otros países por la venta del petróleo: son millones y millones que nunca llegan a los pobres, que suelen quedar para los burócratas del gobierno y las élites”. Las majestuosas cifras de ayuda dadas a África hasta ahora han obtenido escaso resultado, por eso, es necesario que observemos la ayuda que estamos dando de una manera nueva”
2. Deuda externa y migraciones El servicio de la deuda, que es el importe hecho efectivo por los deudores por los conceptos de amortización de capital e intereses de los créditos, no ha hecho más que aumentar año tras año. Sin embargo, el esfuerzo que los países africanos hacen no tiene la recompensa de una reducción significativa del total de la deuda. Es cierto que hubo anuncios de condonación de la deuda para algunos países del Sur, pero los mismos transfirieron a los del Norte en el año 2004 más de 350.000 millones de dólares en concepto de pago de la deuda. Cifra que supone más de siete veces lo que los países del Norte les prestaron a los del Sur en concepto de Ayuda Oficial al Desarrollo. Casi la mitad de lo que se paga de la deuda son sus intereses. Así pues, los pagos realizados no consiguen en modo alguno frenar la tendencia al crecimiento del total de la deuda. Es por este motivo que, a pesar del esfuerzo que realizan los países en vía de desarrollo, principalmente los africanos, para pagar la deuda, como los intereses son cada vez tan altos, éstos contrarrestan ese pago y hacen que la deuda siga creciendo sin posibilidad de que algún día se ponga fin a la pesadumbre que supone la misma. Según el informe sobre la sostenibilidad de la deuda publicado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, su sigla en ingles UNCTAD, en el año 2004, el servicio de la deuda a cualquier nivel es incompatible con el logro en muchos países africanos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas. En el informe se llega a la conclusión de que cualquier solución duradera del sobreendeudamiento depende tanto de la voluntad política como de la rectitud financiera. También presenta un sólido argumento económico en favor de una cancelación total de la deuda de África por tres motivos importantes. El primero, los bajos niveles de ahorro e inversión, que dan lugar a una situación de gran pobreza y a condiciones sociales adversas, se encuentran entre las principales limitaciones al crecimiento en los países africanos de bajos ingresos. El segundo, la continuación del pago del servicio de la deuda por los países africanos constituiría nominalmente una transferencia inversa de recursos a los acreedores por parte de un grupo de países que, según todas las indicaciones, son los que menos podrían permitírselo. En tercer lugar, para garantizar que África pueda reducir la pobreza a la mitad para el año 2015, en consonancia con los Objetivos de Desarrollo del Milenio, los niveles de crecimiento tendrán, como mínimo, que duplicarse hasta una tasa de entre el 7 y el 8 por ciento anual durante el próximo decenio, y las necesidades financieras para lograrlo son incompatibles con los niveles actuales y proyectados del servicio de la deuda. A esos argumentos tan sólidos hay que añadir otros en cuanto a sostenibilidad verdadera se refiere. Entre ellos luchar por la recuperación de las industrias africanas, que se cierran a causa de los programas de ajuste económico de los años 90; activar políticas de gestión de la deuda con la sociedad Civil; llevar a cabo inversiones mucho mayores en infraestructura física y en recursos humanos; lograr que la marcación de precios sea consultados a los países africanos; favorecer un mayor acceso a los mercados europeos de los productos manufacturados en África; terminar con las subvenciones agroganaderas europeas; conseguir que los proyectos de las ONGs entren en las estrategias de reducción de la pobreza del estados africanos; y restablecer el sistema financiero africanos mediante cajas de ahorro, de modo que el capital generado se quede en el continente al que pertenece.
Conclusión
para Terminar Lanzo un grito: No se puede continuar dando ayudas al desarrollo y condonando las deudas externas a este continente y al mismo tiempo el 60 por ciento de esa ayuda regrese a los países donantes, y tampoco se puede concebir que el 40 por ciento del ahorro se encuentre en los bancos fuera del continente. Las fronteras europeas jamás tendrán paz y tranquilidad mientras los africanos vean cómo Europa vive y cómo ellos malviven, a pesar de que contribuyen con materias primas al desarrollo del viejo continente. Hay que contar con la diáspora o migración africana para el desarrollo de este continente. Y cuando se habla de la diáspora no se refiere sólo a los que llegan en cayucos, sino a cerca de 70.000 profesionales que cada año salen de África de los que 25.000 son titulados universitarios. Durante la segunda conferencia sobre inmigración africana, celebrada en febrero de este año en Nairobi, capital de Kenia, los expertos aseguraron que actualmente viven en Europa y Estados Unidos, 300.000 profesionales africanos, de los cuales 40.000 tienen un doctorado. Este continente necesita su nueva industrialización. Quiere recuperar aquellas industrias textiles que se cerraron en los años 90 por causa de programas de reajuste económica. Menos ayudas trampas, más inversiones transparente. Dejar más espacio a la sociedad civil. En los programas de desarrollo. Más revalorización de los precios de los productos africanos Hoy más que nunca hay que dar protagonismo a los propios africanos en materia de desarrollo, porque nadie como ellos podrá indicar el camino de salida de la encrucijada en que se encuentra ahora, porque los africanos, a pesar de todo, han descubierto que están “sentados en fuentes de agua y muriendo de sed”; entonces quieren dar un paso a través de lo que se llama nuevo Partenariado. Mientras eso no ocurre, ellos migrarán en busca de mejores condiciones y Europa jamás dormirá tranquila.

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