Objetividad y la Censura en los medios

Objetividad y la Censura A pesar de que en todos los países democráticos en sus “Carta Magna” aparece la libertad de expresión y de información es un bien supremo para la población y para el Estado pero con la diversificación de los medios de la comunicación y con la privatización de los mismos no se sabe hasta qué punto esto es verdad. Es una paradoja que el mundo de la información está viviendo. Porque por un lado se está cumpliendo la promesa de una aldea global de los sucesos y, por el otro se vislumbra una nueva era de opresión, dogmatismo del cuarto poder o de la manipulación de información con su tratamiento de imágenes dramáticas. Veamos ahora algunos casos que fueron aberrantes de esta nueva época: Casos Occidentales: la manipulación de Timisoara en Rumania, caso de princesa Diana, la primera Guerra de golfo, el 11 de septiembre y sus respectivas repeticiones de imágenes, la guerra contra los Talibanes, la segunda guerra del Golfo. Por lo que respecta a África tenemos el desembarco norteamericano en Somalia, la guerra de Ruanda y el genocidio, la guerra de Congo, las inundaciones del 2000 en Mozambique, la guerra de Sierra Leona y ahora mismo, el tema de Liberia. Son hechos que han sufrido un tratamiento mediático grotesco. Es decir, si en los regímenes dictatoriales o de los partidos únicos el problema principal es el monopolio de la información por parte del Estado, pero hoy la situación es totalmente contraria a pesar de que todavía existen países cuya la información tiene el control estatal. Pero estos son cada vez menos en el mundo. La transnacionalización de los grupos mediáticos o la llamada “comunicación sin fronteras” complica la tarea de estos regímenes que tratan de ocultar a su población el punto de vista de otros y la mezcla de una serie de modelos culturales, políticos y periodísticos. El problema grave no es que China, Cuba, Libia, Togo, Guinea Ecuatorial o mismo el Zimbabwe tienen o no la libertad de expresión, sino más bien es el pinchazo que los medios de comunicación sufren desde viejas democracias hasta las nuevas a través de la privatización de los medios. De hecho, la liberación del mercado de la comunicación, si así se puede llamar, ha acarreado la privatización de la censura, la manipulación informativa, la información dejó de ser ante todo un trabajo de la razón. Actualmente en muchos países, el Estado no es el sujeto amenazante de la libertad de expresión como ha ocurrido en tiempos de Katharine Graham en el caso Watergate . Son los nuevos poderes de las multinacionales de comunicación, organizaciones no gubernamentales que están tomando el relevo de la violencia de Estado, contra el propio Estado o en connivencia con él. De ahí que en todos estos años haya una contradicción que se pude tachar de escandalosa: En cuanto que la tecnología está siendo capaz de hacer recular las fronteras de la censura prácticamente hasta el infinito, la sociedad está esforzándose por definir o redefinir los límites aceptables de la libertad de expresión, mediante leyes o adoptando códigos de expresión que son tremendamente estrictos. Así dejamos al margen los puntos de vista que se consideran políticamente incorrectos. Esto beneficia a los grupos mediáticos más que al profesional de la información y al ciudadano, ya que con estas leyes inhiben el debate público de los verdaderos problemas de sociedad para inflarla de programas de personajes del negocio de cotilleos que no son gente influyente de la sociedad como ya hemos mencionado antes, y también crea el clima de tensión silencioso. La objetividad pasó a ser una palabra para los académicos de la información en su charlas y en sus cátedras pero en la práctica ya no existe. Tiene razón el Cardenal Lustiger cuando en 1991 en una entrevista dijo que “tenía miedo de los medios”. Más que nunca tienen hoy la validez las palabras que Jean Paul Marthoz escribió: “La independencia de los medios se entiende habitualmente como la libertad de los editores y las emisoras para imprimir y para transmitir. Pero la concentración de los medios y su absorción por grupos industriales diversificados significa ahora que hay que revisar la definición de este concepto de independencia” que es esencial para el ejercicio de esta función hoy, sea en el continente africano como en Occidente Conclusión Agradar a un público selecto o a una audiencia afecta gravemente a la audacia y la independencia del personal de la redacción así como la elección de temas y la forma de tratarlas. La marginación del periodismo de investigación es una señal de no alterar el consenso cómodo, es decir, no ir la profundo de la llaga. De este modo dicha llaga permanece abierta para los beneficios de las multinacionales de la comunicación. Sin embargo, este tipo de periodismo es la base de toda misión de servicio público y del contrapoder de los medios en un sistema democrático. Es decir, hoy el cuarto poder del periodismo está siendo martirizado por las empresas de la comunicación. Hoy los periodistas se transforman en “perros guardianes sin dientes” donde en tiempos de guerra no tienen la mirada independiente y se alían a grandes poderes. En tiempos de paz se dedican a las coberturas de acontecimientos pocos provechosos y al chismorreo. Por eso los principios de Eugene Meyer tienen mayor su relevancia en este tiempo que el periodismo está entrando en la oscuridad: la primera misión de un periódico, y nosotros afirmaremos del periodismo, es decir, la verdad, en la medida en que ésta puede comprobarse. Que el periodismo diga toda la verdad, hasta donde pueda saberla, relativamente a los asuntos importantes. Y que el periodismo no se alíe con intereses socio-económico-políticos concretos, sino que será justo, libre e íntegro en su visión de los asuntos públicos. Este es el gran reto actual. Para el caso español donde sólo tres grupos dominan la comunicación es grave, pero para el continente africano todavía es más grave donde las multiplicaciones de comunicación controlan y enseñan a los periodistas a ser las estrellas del espectáculo en sus cursos de tres meses. Desde este punto de vista no hay más que hacer sino parafrasear las palabras de Schiller que afirma que “una autopista de la información construida y dirigida por iniciativa privada estará subordinada a la rentabilidad. Siguiendo la lógica del mercado, que busca los mayores beneficios, velará por los intereses, las necesidades y los ingresos de los sectores más favorecidos de la sociedad” Esto es una realidad en el continente Africano.

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